sábado, 11 de agosto de 2018

CAOS

El caos que habita en mis crisis de existencia es de los que paralizan, de los que arman un escandalo que se vive en silencio. Soy el perro que varias veces se persigue la cola sin gruñir porque necesita concentración. Por fuera intento relajar la frente y la mirada y la sonrisa, intento ser amable y reirme de los chistes. Por dentro tengo el cuerpo invadido de angustia, de esa que eriza la piel y pone el corazón en la garganta, por dentro aprieto cada músculo y apenas me acuerdo de respirar.

Intento convencerme de que estar perdida es buen momento porque se trata de pensar, intento recordar la impermanencia, decirme que estoy bien, rezar, distraerme, limpiar mis chakras, etcétera. También hay momentos en que me siento a disfrutar la angustia y los pensamientos y las preguntas y la estupidez y la juventud. Y la estupidez. Pero la angustia vuelve con prisa y reclamando.

Porque pues ¿qué es el amor? ¿cómo se ama? ¿cómo amo yo? ¿cómo me siento amada? ¿a quiénes quiero amar? ¿por que todo este miedo? ¿por qué todo este enojo? ¿por qué los silencios? ¿y por qué los gritos ahogados? ¿por que todo este dolor? y ¿por qué toda esta felicidad? ¿por qué necesito sentir tanto, tanto?

Y sospecho que la respuesta a todo es porque estoy viva, pero me hago güey.

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