sábado, 28 de octubre de 2017

El tiempo como Brahma

Dejamos todo en manos del tiempo como si de él y sólo de él dependiera nuestra sanación, nuestro aprendizaje, que nos ocurran los milagros, que nos escuche dios o nuestro crush nos pele por fin.
Dejamos todo al tiempo porque es nuestro dios, el verdadero, el que más respuestas creemos que nos ha dado, el que nos enseña de procesos, de construcción, de olvido y de perdón aunque luego, no muy tarde, se nos olvida.

Me imagino al tiempo como Brahma, sólo así podría ser posible la idea de que todos dejemos todo en sus manos. Incluso así, todas las manos que tiene deben estar ocupadas, sin lugar a más. Las oficinas del tiempo, por ejemplo, han de ser lugares con filas enormes de personas confundidísimas quejándose por la ineptitud de los empleados, De victimas buscando que les solucionen la vida el amor, la carrera, los deseos, los traumas, las enfermedades y las ideas.

El tiempo lo cura todo. Pero no es el tiempo solo en su oficina encerrado frente a su computadora moviéndole y picándole botones que nos cambien configuraciones y nos hagan sentir y pensar y actuar distinto. Somos nosotros con nuestras persecuciones y sufrimientos y enseñanzas y tropezones. Somos nosotros con nuestra visión más amplía y nuestros brazos más fuertes y nuestros prejuicios nuevos. Somos nosotros con nuestras nuevas definiciones, otras heridas y callos. Porque si por el tiempo fuera, podríamos sentarnos en la silla más cómoda del mundo, no hacer nada y ver el mundo pasar mientras abrazamos fuerte todo eso que deseamos fervientemente que suceda.