domingo, 24 de noviembre de 2013

La eterna espera del regreso de mi papá o Ensayo sobre mi concepción del amor.


Cuando mi papá nos dejó. Y con esa idea comienzo porque hasta hace poco era lo que pensaba y así había regido mis actos. Cuando mi papá nos dejó, nos dejó también la idea de que algún día, en algún momento, la idea del arrepentimiento se le metería en la cabeza, algún día reflexionaría sobre el amor que le tiene a mi mamá y a su hija abandonada y regresaría a buscarnos para estar con nosotros y ser felices. Y esto lo pensaba porque lo concebía como un hombre sano, responsable, con aspiraciones cuyo único error había sido no estar lo suficientemente maduro al momento de mi nacimiento y pues ¿a quién se le puede culpar por ser inmaduro? ¡A nadie! Esto, claro, desde mi cabeza idealista y evasiva.

Más tarde (ahora) he comprendido que:

1. Mi papá no nos abandonó. Mi mamá decidió alejarlo de nuestras vidas. Pienso  (y esta, una vez más, es sólo una teoría mía) que si no lo hubiera alejado de la manera en que lo hizo, tan tajante, él seguiría en nuestras vidas. Intermitente, borracho, crudo (como yo ahora mismo) infantil, incapaz de amar e irresponsable; pero hubiera continuado con nosotros.
2. En mi cabeza, al no tener información suficiente para lograr una imagen realista de mi papá, inventé uno. Inventé un papá como los papás de las películas, como el papá de “Papá por siempre” un papá ideal, que pensaba en mí en la distancia, que sufría por no poder estar conmigo, que le obsesionaba la idea de conocerme y que el miedo de mi rechazo lo ataba para lanzarse a intentar conocerme. (y aquí rompo en llanto y casi no puedo seguir escribiendo) Continúo: Esa idea fantástica de mi papá es muy alejada de la realidad.
Comprendí que mi papá no me amó y eso está fuera de mi alcance. Mi papá es alcohólico, incapaz de amar, incapaz de ser un ser responsable e incapaz de cuidarse y amarse él mismo. Fue educado por una madre castrante (castrante del verbo lo educó dependiente, dependiente de ella, del dinero de ella y del alcohol) A partir de estas afirmaciones estoy logrando darme cuenta de que no es mi culpa ni mi responsabilidad no poder contar con su amor, con su presencia, con sus consejos ni con sus cuidados. Sus bromas, no olvidemos sus bromas porque eso es algo que me han platicado mucho y es algo que me duele mucho no tener.  He llegado a la conclusión de que seguramente sus consejos no sean los consejos ideales que antes imaginaba.
3. Está también mi problema de diferenciación, vuelta una sola con mi mamá, viví el abandono de mi papá desde la idea que ella tiene de él, jamás me preocupé por crearme una propia, no reflexione siquiera sobre esa posibilidad. Mi mamá siempre quiso que yo no lo odiara, que yo lo idealizara (por eso mismo en un principio creo la idea de que estaba muerto). Quiso que yo no pensara en buscarlo y yo, obediente jamás pensé más allá de eso.

A partir de esas ideas, reflexiono sobre mi concepción del amor hasta ahora. ¿Por qué no he sido selectiva con los hombres que han llegado a mi vida? ¿Por qué me quedo con quién llega? ¿Por qué no me atrevo a pedir y solamente tomo lo que me ofrece quietecita inconforme en silencio?

Es el regreso de mi papá, soy la hija que lo espera paciente por que comprende que ha sufrido mucho por mi ausencia. Que ha temido cobardemente por mi rechazo y yo no me atrevo a rechazarlo. Cada hombre en mi vida es, en mi cabeza, él. Mi papá regresando arrepentido y yo, desde las ideas que hasta ahora había tenido de él, no podía rechazarlo o pedirle más de lo que regresó a ofrecerme. Mucho menos negarle algo que me pidiera porque ¡qué horror! podría volver a irse, arrepentirse, darse cuenta de que no soy tan buena como me había imaginado, ¡qué tal que ahora sí ya no regresaba!

Así, he tomado en silencio lo que los hombres se han acercado a darme sin pedir más y dando siempre lo que yo creo que ellos han pedido. Sexo, amor violento (porque es el único que hasta ahora sé dar) mi familia, mi dinero, mis ideas.
El amor violento lo aprendí de mi mamá, es lo que conozco y es lo que doy y lo que busco. Desde la secundaria, los despistados que se me han acercado con una oferta de un amor más sano, tranquilo y bonito, han sido rechazados, ignorados, evadidos, o simplemente no los he visto.

Hoy me planteo la posibilidad de otras formas de amar, de amar desde el amor y no desde el dolor, desde el miedo que eso más bien es no amar. Hasta ahora que me puedo mirar capaz de querer algo yo misma, de pensar algo yo misma sin las ideas, ni las imposiciones de alguien. Por que amar con miedo es una contradicción que me ha envuelto en relaciones enfermas de nacimiento, erradas, dependientes y tormentosas.