jueves, 30 de agosto de 2018

Sobre el mundo que tengo dentro.

Pensé mucho en esto de no tener hermanos.
En las características que me faltan por eso.

Después tomé conciencia de todo lo que me habito.
Del mundo interno que me existe.
Tomé conciencia del tiempo que llevo construyéndolo.
De cómo fue que empecé.

¿Fue a los tres que me aprendí los cuentos que Pichón me contaba y arremedaba que los leía con mi dedo siguiendo el renglón y recitando lo que mi memoria había guardado? ¿O a los cuatro cuando salía al patio con una canastita colgándome del brazo, a recolectar las Bugambilias caídas del árbol; para meterlas en mi jarrita de plástico llena de agua y hacerles té a mis comensales?. ¿Más bien cuando Alex, la amiga que Pichón llamaba imaginaria (todos los amigos son imaginarios, si lo piensas bien) venía y me ayudaba a mezclar las cremas para el cutis de mi mamá o buscar las cartas de amor de mi abuelo o darles un show de magia a todos los muñecos que tenía?, Seguro también lo construí cuando escribí el cuentito de la niña que siempre se enfermaba de la garganta y nunca podía comer helado.

Y no sólo en los juegos, el mundo interno que me hice también incluye todos esos sentimientos en los que aprendí a nadar para sobrevivir, los mismos que me provocaban tantísimas preguntas que no dejaba de roer hasta yo misma contestar.

De no ser por la soledad ser la única niña en la casa no tendría todo eso que creé y en donde sigo refugiándome para retomar.

Después de todo no está nada mal.
Gracias entonces.

miércoles, 29 de agosto de 2018

No hay un título

Me importa haberte hecho bien
No por esto de los puntos necesarios para el siguiente nivel.
Es para agradecerte lo que me has dejado amarte.

Porque es gracias al otro que estoy viva
Porque somos milagro
Porque

sábado, 11 de agosto de 2018

CAOS

El caos que habita en mis crisis de existencia es de los que paralizan, de los que arman un escandalo que se vive en silencio. Soy el perro que varias veces se persigue la cola sin gruñir porque necesita concentración. Por fuera intento relajar la frente y la mirada y la sonrisa, intento ser amable y reirme de los chistes. Por dentro tengo el cuerpo invadido de angustia, de esa que eriza la piel y pone el corazón en la garganta, por dentro aprieto cada músculo y apenas me acuerdo de respirar.

Intento convencerme de que estar perdida es buen momento porque se trata de pensar, intento recordar la impermanencia, decirme que estoy bien, rezar, distraerme, limpiar mis chakras, etcétera. También hay momentos en que me siento a disfrutar la angustia y los pensamientos y las preguntas y la estupidez y la juventud. Y la estupidez. Pero la angustia vuelve con prisa y reclamando.

Porque pues ¿qué es el amor? ¿cómo se ama? ¿cómo amo yo? ¿cómo me siento amada? ¿a quiénes quiero amar? ¿por que todo este miedo? ¿por qué todo este enojo? ¿por qué los silencios? ¿y por qué los gritos ahogados? ¿por que todo este dolor? y ¿por qué toda esta felicidad? ¿por qué necesito sentir tanto, tanto?

Y sospecho que la respuesta a todo es porque estoy viva, pero me hago güey.