lunes, 8 de octubre de 2012

Dibujo en el interior de una mujer.

Tus labios se me acercan despacito y chocan con los míos; un calor electrizante me escala por la nuca. Tus manos buscan su lugar en mi cuerpo y hacen el recorrido: cintura-brazo-nuca-teta. Ay, tu mano izquierda busca algo que parece no encontrar.

¿Mis manos? Mis manos te toman firmemente de la nuca para sostener la cabeza que se bien que estas a punto de perder.

Tus labios y los míos siguen rozándose, mordiéndose, chupándose, recorriéndose con la lengua, se exploran, se reconocen. Se extrañaron.

Tus manos han encontrado el camino, con una sacas el botón del ojal, los separas como abriéndote camino; con la otra me buscas, me buscas entre la ropa, entre los calzones húmedos ya, entre las piernas que te esperaban. Y me encuentras. Me encuentras y me abrazas con la mano tibia, pareciera que se saludan. Con un dedo me tientas suave, esperando una respuesta mía, mis ojos apretados lo son.

Entras despacito pero sin calma y te pierdes con tus dedos dentro de mi, dibujando lo que me quisieras contar con tu boca que calla la mía. Pero no te atreves. No te atreves y ni siquiera sabes que no te atreves.

Y no te atrevas, sígueme dibujando dentro.