lunes, 19 de junio de 2017

Se sobrevive en la intimidad

¿Quién eres? ¿cómo estas? ¿te sientes bien?
Quién sabe cómo se contestan estas preguntas que tanto nos repetimos como merolicos entre todos y fingimos contestar con palabras vagas que ni nos detenemos a escuchar.
Qué importa quiénes seamos, ni cómo estemos ni si estamos bien.
Importa con quién estamos siendo, 
con quién estamos estando,
con quien nos sentimos.

Hay un lugar donde ser y estar y sentirse y ser, ser, ser.
Donde qué importa si lloras mientras te metes un pedazo de carne asada a la boca porque está sonando una canción que habla de cómo se siente alguien que te importa mucho y tuvo el valor de decirlo en voz alta y tú la fortuna de escucharlo detenidamente.

Donde te reciben con mucha sorpresa y aplausos a pesar de que vienes de malas porque tus hormonas están de la chingada y no hallas como decirlo ni quieres pero qué importa, igual te abrazan y te invitan a jugar Continental y te sirven lo que gustes y que la botanita y que el amor que te doy con todos estos abrazos y que te ves hermosa aunque la verdad no pero qué importa.

Donde si cuentas que no dormiste bien, es tema importante del desayuno y tratan de remediarlo la noche siguiente.

Donde es bendición que te pasen las cosas, esas a las que más, más les temes porque están ellos para no verte llorar o sí verte, para abrazarte y decirte que todo estará bien aunque no sepan si sí pero eso es lo que necesitas escuchar.

Dónde eres ese ser que detestas y te avergüenza pero no tanto porque están ellos que a pesar de eso, te ven, te abrazan, te disfrutan y te quieren cerca.

Donde te fortaleces porque ves que no lo estas haciendo tan mal, donde puedes ejercitar tu paciencia y tu amor incondicional, donde, siempre que estoy ahí pienso que puede pasar lo que sea, si los tengo a ellos, que venga lo que sea, que con todo podemos. O no, pero nos tenemos y eso hace mejor cualquier situación peor.

Donde nos observamos unos a otros y en silencio agradezco esos momentos porque es con ellos con quien esta mi primera intimidad y que es muy nuevo para mi porque mucho tiempo lo negué.

Donde no me cabe ni un poquito de duda de la existencia de Dios porque lo veo claramente en cada uno de ellos, los que me conforman el corazón, ellos, mi familia.

Llevo mucho tiempo cuestionándola y no dejaré de hacerlo porque así nos definimos, pero ahorita, ahorita, es tiempo de decirles que muchas gracias por la protección y la fortaleza y el amor y los errores y las risas y las papas asadas y el cerialito con leche y las lágrimas y el repelente y los trucos en la alberca y los ridículos y los gritos y la intimidad, la intimidad y la tanta felicidad de tenerlos. Gracias.